¿Se han preguntado que se siente vivir en color? ¿Han experimentado la pregunta de cuál fue nuestra primera sensación al escuchar la palabra “color”?

Indira Castellón quiso responderse ¿o respondernos? qué es transitar y explorar las inmediaciones del color. Buscando alojarse en él, Indira se somete al despliegue que causa un matiz en la levitación. A un soporte de la vigilia que -a veces-, causa una alteración y se produce la ensoñación.

¿Buscamos salir de nuestros cuerpos? ¿No hacer tierra, vivir flotando? ¿O sentir esa vulnerabilidad que proporciona vivir en color? El trabajo de Indira pareciera un trabajo pictórico[1]filosófico del color, en el que nos aventura a cuestionar cuáles son sus efectos simbólicos. Pareciera que Indira busca re[1]conceptualizar la etimología de la palabra, pero en el lenguaje visual.

Con un trazo firme, que da la impresión de ser el lenguaje de un sabio, la artista nos sitúa en horizontes inflexibles, al mismo tiempo que enternece su soltura femenina.

Desbordada por la libertad de tránsito, comprometida en buscar los límites-si es que los hubiera- del color.

La obra invita a pensar cuál es la consecuencia cromática de transformar la luz y convertirla a color. Qué celebración y equilibrio propone esta muestra, que yo pensaría es la búsqueda y el disfrute fuera de lo físico.